Guadalest (Alicante) es uno de esos pequeños municipios de España que, sin quererlo, se han convertido en uno de los más turísticos, debido sin duda a su proximidad a Altea, Benidorm y otros destinos de playa europeos, pero aún así tiene el mérito de conseguir arrancar a los extranjeros de la orilla del mar para llevarlos a ver y recorrer algo de historia.
Llevaba diez años en Valencia y otros tantos con esta visita pendiente, y al final ha sido un cambio de planes fortuito el que nos llevó a caer aquí, sin esperarlo ni planificarlo, pues andábamos perdidos por el interior de la provincia de Alicante y nuestro camino de vuelta a casa pasaba por aquí.
Realmente hasta que te plantas delante de esta abrupta montaña no tienes conciencia de lo que estás viendo, es un trozo de rocas con mil años de historia que se queda pequeña al lado de las que la rodean, y es que se encuentra en un valle abrazado por las sierras de Aitana, Aixortà y Serrella, y aún así desde lo alto se puede llegar a ver Altea en días despejados.
Al hablar de Guadalest nos referimos al conjunto de la montaña, pero en realidad engloba dos castillos y al pequeño pueblo en sí mismo, la Fortaleza de la Alcozaiba y el Castillo de San José. El acceso al recinto se realiza bordeando por la derecha la montaña y a través de un túnel excavado en la misma roca.
Las dos fortalezas son de origen musulmán y del s.XI. Tras la conquista de la villa por parte de Jaime I, el pueblo fue cedido a varias familias, entre ellos los Cardona, que nombraron a los Orduña (de origen vasco) alcaides y gobernadores de Guadalest.
Tras el gran terremoto de 1644 que destruye buena parte de los castillos se levanta la Casa Orduña cuya familia alcanzaría su mayor poder en los siglos XVIII y XIX.
Al otro lado del macizo montañoso destaca el campanario de la Iglesia de la Asunción al que se accede a través de la Casa Orduña.
La Casa Orduña es un gran exponente de los gustos estéticos de la burguesía de la segunda mitad del s.XIX. A lo largo de la visita se accede a las distintas dependencias de que disponía la vivienda, desde la cocina hasta los salones nobles y despachos de los señores.
Por unas escaleras interiores solo accesibles desde la propia vivienda se accede al conjunto del Castillo de San José.
Declarado en 1974 Conjunto Histórico-Artístico, Guadalest es en su conjunto una especie de zoco donde las tiendas y restaurantes se mezclan con los museos, y es que hay unos nueve museos en tan diminuto núcleo: el de miniaturas, el etnológico, el de la tortura, el de Antonio Marco con su belén ecológico, el de saleros y pimenteros… el caso es tener a los turistas entretenidos 😛
Vale la pena darse una vuelta de punta a punta del pueblo, es muy agradable y el hecho de estar completamente peatonalizado lo hace todavía más encantador.
En los bajos del ayuntamiento encontramos excavadas en las rocas las antiguas mazmorras del s.XII.
Las vistas de los alrededores montañosos así como del pantano de Guadalest son increíbles desde el Castillo…
Y aquí dejamos, de vuelta a casa, otro capítulo de la historia de España, acercaos a Guadalest, no os arrepentiréis.