Este fin de semana necesitaba unos días de descanso en toda regla, sin agobios ni prisas, así que partimos el sábado por la mañana hacia la bahía de Mazarrón.
Gredas de Bolnuevo
Iba con muchísimas ganas de ver esto, muy cerquita de Mazarrón, pero en realidad me lleve una gran decepción.
Había visto en varios sitios de Internet fotos de esta zona y me había llamado la atención hasta tal punto de convertirse en un destino preferente para un fin de semana, sin embargo, al llegar allí todo cambió. Quizás me había hecho demasiadas ilusiones y había idealizado el lugar, pero el caso es que fue tan decepcionante que cuando llegamos al lugar exacto supusimos que no era aquello, no podía ser eso aquello tan impresionante que habíamos visto en fotos. Pero lo era.
La verdad es que una vez estás allí y comienzas a esconderte entre las formas rocosas cambias algo la idea inicial. Vale que es un trozo pequeño, pero las figuras son realmente impresionantes y extrañas.
Me hace gracia pensar que en el propio cartel explicativo rezaba: “Ciudad Encantada de Bolnuevo“. Entiendo que todos quieran aprovechar los recursos naturales que tienen pero…
En fin, que algo es algo y menos es nada. No creo que valga la pena un viaje a propósito para verlas pero si te encuentras por la zona puede que lleguen a gustarte.
Algo de explicación técnica sacada del propio cartel.
También conocido como Ciudad Encantada de Bolnuevo, está formada por mangas arenosas o gredas de color amarillento, areniscas y, en menor medida, por finos lentejones microconglomerados. Las areniscas presentan cantos carbonatados de color gris azulado y diferente macrofauna de moluscos y crustaceos. Las Gredas, según los estudios, han aportado abundantes microfósiles que datan del Zancliense (Plioceno inferior; unos 4millones de años). Estas rocas presentan diferentes grados de cohesion, han sufrido un proceso de erosión diferencial, en el que el agua y el viento (este último es el responsable de la erosión alveolar en “nido de abejas” que se observa en algunos estratos de areniscas) han sido fundamentales de dicho proceso. Todo ello ha dado lugar a caprichosas formas micóticas de gran belleza.
Comida en La Manga del Mar Menor
Después de la gran decepción de las Gredas se acercaba la hora de comer, así que decidimos acercarnos a La Manga del Mar Menor, a un restaurante llamado La Escuela de Pìeter (Urbanización Veneziola, Tel. 968 43 70 59). Lo mejor, sin duda alguna, el propio restaurante y su situación, en la playa, en el Mar Menor, mirando al sol. Para que os hagáis una idea, en una mesa de al lado había unos chicos que habían llegado por mar en unas motos acuáticas. Hay gente que se acerca en barco.
Fijaos en la situación de nuestra mesa. Sobran más palabras.
Dicho esto llegamos a la parte interesante. Tomamos trimarino (gambas, chanquetes y almejas) y chopitos de primeros y arroz con marisco de segundo. La comida, en general, bien y punto, no es de la mejor pero está bien. El arroz en su punto, sobraba el pollo 😛 . El trimarino resultó ser lo mejor, estaba muy buena la mezcla. Los chopitos, demasiado hechos, estaban excesivamente duros y algo insípidos para mi gusto.
Cabo de Palos
Después de comer y con el estómago a punto de reventar nos acercamos al Cabo de Palos a dar un paseo y tomar algo. Impresionante en esta época del año.
Comer en Murcia
El domingo, y antes de regresar a Valencia, nos acercamos a uno de nuestros restaurantes preferidos de Murcia, El Cañal los Almillas (Camino Viejo Gilandario, 9, Aljúcer, Tlf: 968 251 405), situado en un entorno privilegiado en mitad de la huerta murciana.
Tomamos almejas a la marinera y ensalada de la casa seguido de carne a la piedra, especialidad de la Casa. Todo bien pero la carne de buey, escelente.
De postre, tiramisú y tarta de queso. Estaban buenos, pero lo realmente llamativo eran los precios de los postres, 2,75 euros, hoy en día, es muy barato.