¡Qué pesado el tío este con los castillos! Pues sí, no lo puedo remediar, siento una enorme debilidad por estas construcciones con más de mil años de historia y que ahí siguen en pie, unas con más suerte que otras, pero ahí están.
Hoy nos acercamos a la localidad alicantina de Forna, a escasos 35km de Denia y que esconde una de las fortificaciones más impresionantes de la Comunidad Valenciana, lo descubrimos por casualidad googleando y tardamos bien poco en acercarnos. Venga va, voy a contar esa verdad que ya casi todos sabéis, estas excursiones son la excusa para darnos un homenaje en forma de comilona :P.
Bueno, a lo que íbamos.
El castillo se encuentra en el monte de Forna, perteneciente al ayuntamiento de l’Atzúvia, y desde él se tienen unas vistas espectaculares de toda la zona llegando incluso a verse la costa y el mar.
La fortaleza es simplemente impresionante, grande y robusto, desde el exterior parece un bloque inaccesible. De planta cuadrada y flanqueado por cuatro torreones (uno más grande que los demás) con un gran patio central, su origen hay que buscarlo en le época almohade (finales del s.XII principios del s.XIII). En el s.XV se reforma dándole el aspecto que hoy podemos ver, con un carácter más palaciego que defensivo.
Jaime I (cómo no), lo conquistó para el Reino de Aragón en 1258 y éste lo cedió a Bernat Guillem para que se encargase de su administración. A partir de aquí, y como la mayoría de castillos, pasa por distintas manos, bien por herencias bien por cesiones, hasta que en 1435 llega a la familia Cruilles, que crea la Baronía de Forna, y en cuyo poder estaría la fortaleza hasta el s.XVII momento en el que vuelven los movimientos sobre la propiedad junto al título de Barón hasta su abandono definitivo en 1963.
Como dato curioso, en los pocos documentos escritos que existen nunca se hace referencia directa al castillo sino a la localidad de Forna al completo, algo extraño teniendo en cuenta que no pasa precisamente desapercibido.
Actualmente el castillo pertenece al ayuntemiento de l’Atzuvía.
No pudimos acceder al interior, para hacerlo se debe concertar la visita llamando al ayuntamiento, una lástima que no haya nadie aunque sea los fines de semana. Cuando fuimos nosotros no éramos los únicos, había como una docena más de personas, una pena que nadie pudiese entrar.
El exterior, como ya he comentado, se encuentra perfectamente conservado con sus muros originales. Dicen que es probablemente el castillo mejor conservado de la provincia de Alicante, casi nada, de ahí que tenga una enorme importancia en el estudio de la época medieval.
A comer
Tras la visita matutina nos acercamos a Restaurante Mena, en Denia, un clásico de la zona, en la carretera hacia Javea bordeando la costa. Muy importante hacer reserva previa, sobre todo en verano, pero se llena todo el año. Las vistas desde la terraza son espectaculares ya que está levantado justo encima del mar.
Nada de lujos, el clásico restaurante de playa venido a un poco más pero que responde a las expectativas. Excelente relación calidad/precio, pescados y mariscos de calidad y muy buenos arroces junto a un servicio eficiente. ¿Qué más se puede pedir?
Puntilla
Arroz con bovagante
Postres
Lo siento, no recuerdo los nombres. Debajo de todo, detalle de la casa 🙂
Y aquí terminamos otro día de viaje histórico-gastronómico. Nos encantó el castillo mucho más de lo que esperábamos y nos quedamos con las ganas de ver el interior. Quizás algún día nos animemos a volver porque vale la pena.