Corría el año 1467 cuando Enrique IV concede a Pontevedra el privilegio de celebrar la Feira Franca de San Bartolomeu, un mercado libre de impuestos que duraría un mes, desde quince días antes de la festividad de San Bartolomé (24 de agosto) a 15 días después. Esta época coincidió con un momento de pujanza económica en la ciudad, amparada sobre todo en la pesca, que la convirtió en la más poblada de Galicia.
Esta feria es lo que se recrea desde hace nueve años el primer fin de semana de septiembre en la ciudad.
El hecho de que la fiesta tenga tan pocos años da una idea de la aceptación que supuso desde el principio, la integración casi plena que han llegado a desarrollar los ciudadanos para con la fiesta no es sino un síntoma de la implicación que el grueso de la población hace para disfrutar de ella.
Este año había muchas dudas. Las amenazas de mal tiempo planeaban sobre las cabezas de todos. Sin ir más lejos el día anterior se había pasado lloviendo a cántaros con fuertes vientos y todo. Sin embargo el sábado amaneció despejado y terminó soleado. ¿Qué más se puede pedir? Un día perfecto para disfrutar.
Los mercados medievales se suceden a lo largo y ancho del país devolviendo a los antiguos recintos amurallados su ancestral esplendor. Pendones y estandartes se mezclan de nuevo en las calles con antorchas, esencias y brasas.
Pero la Feira Franca no es otro mercado medieval. Aquí se le ha dado otro carácter. La masiva participación que hacen los ciudadanos en la fiesta unido al ambiente popular que se ha logrado con las comidas y cenas en la calle han conseguido que realmente sientas que has vuelto al pasado.
Los negocios de alquiler de trajes de época llevan desde varios meses antes recogiendo reservas para esta fiesta. Los últimos días es imposible encontrar trajes, se agotan completamente. La mayoría optamos por hacernos un traje que utilizaremos varios años. Mejor o peor. De príncipe o de mendigo. Eso no es lo importante. En fin, lo mejor es que te vistas y te mezcles entre la gente.
La comida es, sin duda alguna, la principal protagonista de la fiesta, todo gira en torno a comer (y beber, por extensión 😉 ). Desde los platos más tradicionales de la gastronomía gallega (empanadas variadas, pulpo, churrasco, chorizos, callos, filloas…) hasta viandas más elaboradas como este porquiño ó espeto al que dan ganas de hincar el diente.
Con los años la Feira Franca ha llegado a ocupar totalmente el casco histórico de la ciudad y ya se ha desplazado a algunos puntos de la parte más moderna, como la Alameda o el paseo de Montero Ríos, donde se pudo disfrutar de actividades como tiro con arco o demostraciones de cetrería. Es tal el crecimiento que experimenta año tras año que ya nadie sabe donde más se puede extender. Este año, con los cambios y la semipeatonalización de Arzobismo Malvar, se ocupó también esta calle para comidas y cenas, con lo que la zona vieja ha quedado completamente sitiada por la gente con ganas de disfrutar. En una ciudad de unos 80.000 habitantes, se esperaban 100.000 adicionales para el día grande.
La caracterización que se hace, no sólo de la gente sino también de los espacios y las costumbres, crea singulares estampas que solamente callejeando por las angostas rúas de la antigua Pontevedra puedes descubrir.
Los amigos no pueden faltar. Si a algo lleva la Feira Franca es a la reunión de amigos y familias en torno a la comida, ¡pero en la calle! Este es uno de los puntos mas importantes de esta fiesta. No consiste en pasear por los puestos y comprar comida. NO. El meollo de la celebración se cuece en las mesas dispersas por todas las calles, mesas que montan los grupos de amigos, asociaciones o familias (previa reserva del sitio) y que se encargan de decorar con motivos de época. Este año, después de los lamentables sucesos del año pasado en que varias personas resultaron con quemaduras graves al intentar hacer una queimada, se ha dado especial importancia a los servicios de emergencia y seguridad para evitar se estropee la fiesta.
Es precisamente este aspecto gastronómico el principal impulsor del ambiente. Es obligatorio vestir de época para comer en cualquiera de las mesas instaladas en la calle. Igualmente no puede haber utensilios “modernos“. Se come en vajillas de barro y con las manos. El vino se bebe en cuncas también de barro y hasta los chupitos (de aguardientes, por supuesto) se beben en vasos de chupito de…¡sí, de barro!.
Y como yo también tengo amigos, aquí os presento a algunos 🙂 . ¿Está buena la empanada Juanp?
Esto es Pontevedra durante la Feira Franca. Una ciudad trasladada varios cientos de años al pasado. Hay que estar allí para verlo y vivirlo. Ferias y mercados medievales hay en cientos de sitios, pero nada que ver con lo que aquí sucede. Nada que ver con miles de personas vestidas de época intentando pasarlo bien.
Las fotos hablan por sí solas. Gente gente y más gente ataviada con sus trajes. Desde reyes a mendigos pasando por mesoneras, cruzados y espadachines. De cardenales a monaguillos, herreros, picapedreros, taberneras, damas, meigas, Santa Compaña… Hasta caballeros con su armadura completa, ¡qué calor tiene que estar pasando ese hombre! Hay quien se lo trabaja más y quién se conforma con sentirse parte de la fiesta, pero esto es la Feira Franca, una fiesta para todos. ¡Podemos llegar a ver hasta carritos de bebes de época!
Hasta hace 9 años en Pontevedra había dos fiestas por excelencia, los carnavales y las peñas (asociadas a los días de toros). La Feira Franca ha superado con creces a todas ellas creando mucha más expectación y ambiente, tanto diurno como nocturno.
La fiesta comienza el viernes por la tarde con la lectura del pregón desde el balcón de la Casa da Luz, en la Praza da Verdura. Mucha gente se lanza ya esa misma noche a las calles a comenzar la fiesta, pero el pistoletazo realmente se produce el sábado a las 12 con el transporte y apertura del vino que llega a la Praza da Ferrería desde el antiguo Camino de Castela tal y como se hacía hace 500 años.
Uno de los eventos más populosos del día tiene lugar en la plaza de toros. Rememorando los que se hacían por aquél entonces se celebra un torneo medieval, con sus espadas, sus caballeros buenos, los malos, los caballos, las doncellas… Entretenido. No tengo fotos del evento de este año, pero os dejo una del de hace tres.
No faltan ni los seres mitológicos. ¡Qué sería de Galicia sin la mitología! Ahí estaban hasta los dragones echando fuego.
De noche nos tocaba cenar a nosotros, todos los amigos reunidos y dispuestos a pasarlo bien. Pocas veces en el año nos reunimos todos. En esta ocasión daré pocos detalles… no los recuerdo (y no contaré por qué 😛 ). La noche terminó a altas horas de la madrugada (ya recordando), de hecho, cuando ya se habían ido todos, me encontré con Javi (sí, ese, el que se vino a Valencia) y nos quedamos un buen rato más tomando unas copas.
Y como de amigos va el rollo, me topé también con Rocío, siempre sonriente, en algo se tenía que parecer a su hermano (y menos mal que no es en la belleza 😛 ). Marcos no vino, tuvo miedo del mal tiempo :P, ¡a ver si para la siguiente edición!.
Y esto es todo por este año. El próximo promete ser mejor aún, no en vano se celebra el décimo aniversario y ya planean algo especial, con más espacio y más actividades.
Más sobre Pontevedra en artículos anteriores aquí y aquí.