Bueno, vaya por delante que creo que no es la mejor época del año para visitar Doñana, al menos si no ha llovido un poco ya. Durante nuestra visita estaba todo completamente seco, sin apenas aves. Se supone que en octubre, con las primeras lluvias, comienza a inundarse la marisma y a recibir las primeras aves que migran del norte de Europa buscando un lugar más cálido y en noviembre alcanza su plenitud, pero en nuestro caso, mediados de octubre, no había llovido absolutamente nada y el parque estaba completamente árido.
Aprovechando el pasado puente del Pilar decidimos pasar unos días en Matalascañas y, de paso, visitar el Parque. Las playas son espectaculares y tuvimos la suerte de que el pasado mes de octubre hizo un tiempo sensacional para todavía disfrutar de playas y chiringuitos :), no era lo más ideal para la marisma pero sí para nosotros :P.
La entrada al Parque Nacional de Doñana se realiza exclusivamente en grupos organizados, está prohibido el paso particular, excepto para las caravanas del Rocío. En el Centro de Recepción de Visitantes “El Acebuche”, en la carretera de Matalascañas al Rocío, se compran las entradas para la excursión en pequeños autobuses “todo terreno”. Cuesta unos 26 euros por persona y dura alrededor de 4 horas. Si vas en épocas del año muy concurridas conviene reservar previamente.
Tras llegar en el autobús a la playa, nos metemos en la arena y comenzamos la excursión.
El parque de Doñana posee 6 ecosistemas bien diferenciados. El primero es la playa propiamente dicha, el segundo es la zona de dunas por la que comienza la visita tomando un desvío a mano izquierda desde el arenal.
A lo largo de la visita el conductor nos va explicando detalladamente los distintos lugares por los que vamos pasando. El sistema de dunas móviles va avanzando hacia el interior por el empuje del viendo, estrangulando a la vegetación que se encuentra a su paso. Sin embargo, la propia actividad de la duna consigue desarrollar, entre los frentes de la misma, los llamados “corrales”, espacios húmedos resguardados del viento que crean mosaicos vegetales de gran valor y que, obviamente, volverán a ser engullidos por la duna en su avance.
Aquí en esta foto veis como se ve cierta vegetación entre las dunas.
En esta otra se aprecia perfectamente un bosque aparecido entre dos frentes de la duna.
El autobús hace dos paradas durante su ruta, una aquí en las dunas y otra un poco más adelante.
Abandonamos las dunas y nos adentramos ya en las zonas (en teoría) más húmedas, con zonas de bosques permanentes y que dan paso a las marismas.
Las zonas de marismas, otro de los ecosistemas del parque, deberían estar inundadas de agua y llenas de aves, pero en nuestro caso era un secarral arcilloso sin nada, absolutamente nada que ves más que algunos animales.
Una lástima, sales con la sensación de haberte dejado 26 euros para nada. No quiero decir con esto que la visita no merezca la pena, lo que pasa es que no has disfrutado realmente de lo que Doñana puede dar de sí. Ahora tengo una visita pendiente de nuevo :S.
Finalizamos la excursión dando una vuelta por el Rocío… más por curiosidad que por necesidad.
En fin, al que le guste supongo que se sentirá muy a gusto, a mi me parece un lugar casposo y no le veo el encanto por ningún lado.
Y ahora, a seguir disfrutando un par de días más de las espectaculares playas de Matalascañas, nos lo merecemos :).