Vamos con un fin de semana de esos revitalizadores y desestresantes :). Esta vez nos decantamos por un clásico, Albarracín, considerado posiblemente el pueblo más bonito y encantador de España.
He de decir que fue complicadísimo encontrar alojamiento, hay bastante hotelitos y hostales, pero estaba casi todo completo, se celebraba un concurso de pesca y nos costó localizar habitación. Al final encontramos un hostal nuevo, a sólo cinco minutos del centro del pueblo que estaba genial, apenas salen referencias en ningún buscador, sin embargo es una opción muy buena y asequible. Hostal El Solanar, 45 euros la habitación doble con desayuno, mejor imposible, está todo para estrenar, a nosotros nos tocó una habitación abuardillada.
Además de visitar el pueblo nos dimos una vuelta por los alrededores como veis en el mapa de ruta, genial. Y es que Albarracín es más que su casco histórico.
A) Albarracín
Comenzamos el fin de semana de sosiego recorriendo el centro del pueblo, con tiempo, con tranquilidad, disfrutando de sus callejuelas, de sus plazas, de sus murallas, de la atmósfera medieval que impregna e inunda cada recoveco de Albarracín.
Para nosotros era nuestra segunda visita y he de reconocer que no nos pareció tan espectacular como la primera, supongo que es normal, la sorpresa que te llevas la primera vez es sensacional y el recuerdo que te deja es inconmensurable. No me malinterpretéis, con esto no quiero decir que ya no lo sea, nada más lejos de la realidad, lo que ocurre es que el asombro inicial deja paso a otro tipo de sensaciones, creo que incluso se disfruta más y mejor ya que aprecias aún más del encanto de Albarracín.
La ciudad de Albarracín se ubica en un recodo del río Guadalaviar, de manera que el agua abraza casi completamente al pueblo quedando además encajado entre las sierras de Albarracín al norte y los Montes Universales al sur. El cinto de murallas, emblema de la ciudad, cierran el círculo de protección que forman junto al río convirtiéndola en un recinto casi inexpugnable.
En los alrededores nacen los ríos Guadalaviar, Tajo, Júcar, Cabriel y Jiloca, lo que, unido a las zonas montañosas que rodean a Albarracín, crea una zona de naturaleza única, más abajo lo veréis :P.
Aunque sus orígenes se remontan a la Edad de Hierro es durante el periodo de ocupación musulmana cuando Albarracín comienza a resplandecer, sobre todo a partir del s.XI cuando, tras la descomposición del Califato de Córdoba en 1031, se convierte en taifa independiente.
Tras distintos avatares de la historia la Taifa de Albarracín cae en manos de una familia cristiana de linaje navarro a finales del s.xII que la convierten en Señorío completamente independiente y la hacen prosperar económicamente.
En 1300, y tras el fracasado intento de conquista por parte de Jaime I, pasa definitivamente al Reino de Aragón, siendo un enclave fundamental en la defensa contra el vecino Reino de Castilla, prueba de ello es la importancia que los reyes aragoneses dieron a sus murallas defensivas.
A partir del s.XVI la ciudad se extiende fuera de las murallas al perder su carácter belicoso y aún vivirá algunos siglos de esplendor económico. La Guerra de la Independencia marcará el comienzo del declive con la destrucción de barrios y casas.
Es precisamente la falta de espacio entre las murallas y el Guadalaviar lo que convierten a Albarracín en un entramado de estrechas y empedradas calles. La ciudad carecía de otra forma de crecimiento que no fuese aprovechar al máximo el poco espacio del que disponían.
Albarracín vive hoy en día del turismo, aunque la industria maderera es también importante, son los hoteles, bares y restaurantes los que dominan el casco histórico de la villa.
La verdad es que, tras mi primera visita, recordaba bastante más amplia la zona antigua, en realidad la recorres en poco tiempo, sin prisa, sin agobios (bueno con uno, la gran cantidad de gente que te llegas a encontrar en fin de semana)… Los paseos calle arriba calle abajo son espectaculares, en cada vuelta que das descubres un nuevo y singular edificio, una balconada de madera, un escudo nobiliario, un rincón encantador…
El pueblo está plagado de bares donde tomarte una caña y de restaurantes donde degustar la gastronomía local. Nosotros tuvimos el placer de cenar en El Rincón del Chorro, considerado por muchos como el mejor de la zona, y no estuvo nada mal, nada espectacular, pero muy íntimo y agradable. El comedor está en el piso de arriba, en el de abajo es más bar y puedes disfrutar con unas raciones mientras lees un reportaje de los años 80 del New York Times sobre Albarracín donde ya recomendaban este restaurante :). Nuestro menú consistió en ensalada con queso de cabra y nueces, magret de pato con foie, entrecot con salsa de queso gorgonzola y pastel ruso de postre. Precio habitual, ni caro ni barato, pero la comida bien en general.
Finalmente nos quedaba el castillo, al que no pudimos entrar, se suponía que debía estar abierto, supongo que el vigilante estaría en el concurso de pesca :P.
En todo caso el interior del castillo se encuentra en estado de ruina, solo conserva la parte exterior de sus muros que lo hacen muy interesante. Fue en su momento la residencia oficial de los reyes y señores de Albarracín, fuesen musulmanes o cristianos.
Así terminamos nuestro tranquilo paseo por este espectacular pueblo al que recomiendo encarecidamente a todo el mundo, pese a la cantidad de gente que se puede juntar en fin de semana, la sensación de tranquilidad que transmiten sus callejuelas lo convierten en un destino ideal para un fin de semana.
B) Cascada del molino de San Pedro
Salimos desde Albarracín dirección Masegoso y desde allí hacia El Vallecillo. Tras cruzar el pequeño puente sobre el río Cabriel tomamos un desvío a mano izquierda, y tras unos 300m aproximadamente dejamos el coche para continuar a pie. Desde ahí oirás ya la caída del agua, sigue tu instinto hasta encontrarte con esto…
¡Qué ganas de pegarse un baño! Y es que todo el entorno resulta increíble.
AL fondo todavía pueden verse las ruinas del antiguo Molino de San Pedro,
En otoño tiene que ser espectacular, incluso en verano lleno de verde vegetación, aún así es un placer para tus sentidos, la vista, el ruido del caer del agua en tus oídos, el olor a humedad en tu nariz, las gotas de agua salpicándote…
Un poco más adelante en dirección a El Vallecillo puedes ver los Ojos del Cabriel, el nacimiento del río, nosotros no llegamos, se nos hacía tarde, una lástima…
C) Cascada del Molino Viejo (Calomarde)
Cambiamos de dirección y nos dirigimos desde Royuela a Calomarde. A mano izquierda encontrarás un pequeño desvío a un aparcamiento que pasa completamente desapercibido si no vas pendiente del camino ya que no hay señalización alguna. Dejas el coche, bajas por el camino y te topas con esto otro…
El salto de agua formado por el río Blanco (afluente del Guadalaviar) forma al caer un hermoso paraje que han acondicionado con pasarelas que te permiten moverte completamente a lo largo de la zona, incluso hay un merendero en la parte superior, junto al aparcamiento.
Fijaos en el arco de piedra que la caprichosa naturaleza ha tallado justo después de la cascada… sencillamente impresionante.
Fijaos también como la naturaleza rompe la propia caída de agua reparándola en dos chorros…
Y ya no digo nada más, solo disfrutad de las fotos. Aproveché para jugar un poco con la velocidad de obturación de mi nueva Canon EOS500d :P.
Y bueno, aquí terminó nuestro fin de semana de relax… se hace tan corto :(. Seguro que volveremos por esta zona, hay mucha naturaleza que vale la pena visitar.