24 de agosto de 1937.
Tras el fallido intento de avanzar hacia Brunete para asegurar el frente de Madrid, las tropas republicanas deciden asediar Zaragoza para frenar de nuevo la toma del frente norte en Santander por parte de los sublevados.
El asedio se hace a través de varios puntos. En el frente sur, Quinto, Mediana y Codo caen sin problemas, pero el ejército del gobierno se encuentra con la resistencia de Belchite, que no caería hasta el 7 de septiembre. Precisamente el empecinamiento en tomar esta localidad provoca retrasos en el acecho a Zaragoza y da tiempo al ejercito nacional a reorganizarse y reforzar sus posiciones.
Este es el resultado de los bombardeos de aquél verano de 1937.
Recupero con este artículo mis rutas de fin de semana e intentaré hacerlas habituales, al menos una por mes. Llevaba ya un tiempo con ganas de ir a este lugar que me recomendó Alvaro. Belchite está a unos 300 km de Valencia, antes de llegar a Zaragoza. Es algo lejos para ir y volver en el día pero vale la pena madrugar un poco para las tres horas de viaje.
En cuanto divisas Belchite desde la carretera la angustia se apodera de ti, las ruínas cortan de cuajo el paisaje creando una fantasmal postal que te produce curiosidad a la vez que escalofríos.
Lo que ves es, en realidad, lo que se conoce como Pueblo Viejo de Belchite. Justo al lado de éste se construyó uno nuevo para acoger a todos los habitantes que habían sobrevivido a la Guerra Civil.
Tras la sublevación del 18 de julio de 1936, Zaragoza y los pueblos de su entorno, entre ellos Belchite, quedaron bajo el bando nacional. El ejército ocupó los pueblos e instaló cuarteles en los mismos, ocupando casas privadas. A Belchite le tocó la suerte (mala) de pasar a la historia como una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil. Los nacionales se hicieron fuertes en este pueblo y el ejército republicano, decidido a tomarlo, envalentonado por la relativa facilidad con que ocuparon los pueblos de alrededor y, a la vez, enfurecido con la resistencia que estaban demostrando, no dudó en descargar toda la fuerza de su artillería sobre la población civil dejando el pueblo sumido en ruínas.
Alrededor de seis mil personas murieron en el asedio a Belchite dejándolo hundido en la pobreza, la miseria y la destrucción.
La toma del pueblo por los republicanos no supuso ningún avance en la contienda, de hecho, poco tiempo después (marzo de 1938), el ejército nacional volvería a recuperarla de una manera mucho más sencilla a como la perdieron, pero ya nada sería igual en Belchite y en sus gentes.
Con el fin de la Guerra Civil y el triunfo de los sublevados, se plantearon dos opciones, restaurar el pueblo destruído o construir uno nuevo. Se escogió esto último y Franco decidió no derruir el Pueblo Viejo, prefirió dejarlo tal cual quedó para orgullo del Movimiento y verguenza de los vencidos, de hecho allí mismo hizo construir un monumento a los caídos en el que aún se celebran actos franquistas (¿no estaban prohibidos? 😉 ).En la inauguración del Pueblo Nuevo Franco quiso convertir el pueblo en lugar de devoción:
Belchite fue bastión que aguantó la furia rojo-comunista. En los frentes de batalla y en las guerras a unos les corresponde ser yunque y a otros maza. Belchite fue yunque, fue el reducto que había de aguantar mientras se desarrollaban las operaciones del norte. Belchite tenía que poner el pecho de sus hijos para que fuese posible la victoria. Y de aquella sangre derramada, de aquel esfuerzo heroico de hombres, mujeres y niños, de ahí nació nuestra victoria.
Y vaya si pusieron el pecho, seis mil pechos para ser exactos.
Para la construcción del nuevo pueblo se utilizaron prisioneros republicanos, a modo de redención. Se creó un campo de concentración con una población permanente de unos mil presos que se encargaron de levantar un pueblo donde no había nada. Son muchas las voces que creen que esto fue un error, el Pueblo Viejo era una joya de la arquitectura mudéjar y se perdió todo en las ruínas y en el olvido.
Cuando nosotros estuvimos en Belchite tuvimos la suerte de coincidir con una señora que paseaba por las ruínas con su familia. Esta mujer había nacido en Belchite y la casa de su familia fué ocupada como cuartel por los nacionales. Nos relataba como hay cosas que nunca se olvidarán en Belchite, pueblo que sigue divido por el recuerdo de lo ocurrido. Hay al menos dos generaciones nuevas tras la Guerra y sigue habiendo vecinos que no se hablan con otros vecinos, ni sus hijos, ni sus nietos: Ni se te ocurra hablar con fulano, él mandó matar a tu abuelo. Y es que queridos lectores, eso fué la Guerra Civil, familiares, amigos y vecinos enfrentados por las circustancias. Éticamente es más que reprochable que 70 años después siga existiendo ese rencor, pero el sentimiento y la familia no entienden de ética. Creo que hay que entender a todo el mundo.
Éste rencor es una de las razones por las que es más que probable que nunca se intente una recuperación histórica de Belchite, nunca habrá un acuerdo sobre qué se debe hacer y cómo se debe hacer.
La leyenda popular dice que el pueblo está tal cual quedó tras la Guerra Civil. Con un pequeño análisis de la historia uno se da cuenta de que esto no es posible. Primero, el pueblo estuvo aún habitado unos 15 años, lo que se tardó en levantar el nuevo pueblo, no sería posible vivir en las ruínas que se ven hoy en día. Segundo, han pasado nada más y nada menos que 70 años desde la destrucción del pueblo (55 desde el traslado al nuevo). Los saqueos y los fenómenos meteorológicos harían el resto.
Aún así, los restos que existen dan fé de la pena y sufrimiento que tuvo que pasar aquella gente. Los seis mil caídos durante el asedio han convertido Belchite en uno de los puntos más calientes para los aficcionados a la parapsicología. Infinidad de grabaciones y estudios creen demostrar la existencia de espíritus de los fallecidos aquéllos días.
Belchite es memoria viva de todo esto que os he contado, pero lo importante no es la historia, ésta está ahí y es inamomible. Lo realmente importante es la sensación que tienes cuando paseas por las ruínas. La soledad, el silencio, la solemnidad… Te cruzas con más visitantes y entre todos hay un halo de respecto, pena y tristeza.
Las iglesias, la Torre del Reloj, el convento (en restauración actualmente), los restos de las viviendas de la Calle Mayor… Todo en Belchite son pruebas de la Guerra. Muchos edificios están llenos de agujeros de proyectiles cual queso de Gruyère, incluso se puede ver todavía uno de ellos incrustado en lo que era la Iglesia de San Agustín. Impresiona pensar que lleva ahí 70 años.
A medida que avanzas por lo que un día fueron las calles del pueblo te das cuenta que no era un pueblecito sino un señor pueblo. Aquella señora que nos encontramos nos contaba que era uno de los más grandes de la zona, no en vano, como ya he comentado, había tres iglesias y un convento.
En Belchite no hay folletos turísticos ni carteles que te guíen. El que va, sabe a dónde va y lo que se va a encontrar. Y aún así más de diez mil personas al año visitan este vestigio mudo de la Guerra Civil.
Mucha gente del pueblo sigue pensando que Belchite fue destruido por la República, gobierno legítimo y elegido democráticamente por los españoles. No fueron los republicanos sino los nacionales los que se sublevaron contra el gobierno. Sobran más palabras.
Belchite se ha convertido con los años en un escenario cinematográfico habitual, sobre todo en películas relacionadas con la Guerra Civil. El laberinto del Fauno es una de las más recientes.
Dónde comer
Como estamos en una ruta de fin de semana, es indispensable hacer parada y fonda. Podemos continuar nuestra excursión hacia Cariñena. En nuestro caso elegimos el Hotel Cariñena, con un interesante menú del día, pero mejor aún resultó el menú especial. Nosotros comimos espárragos con gambas y entremeses de jamón de pato, jamón de bodega y foie de primeros, ternasco y confit de pato de segundos y sorbete de mandarina y pasteles variados de postre, todo ello regado con una botella de Monasterio de las Viñas, D.O. Cariñena (cómo no 😛 ), aceptable, nada que objetar para estar incluída en el menú.
Por la tarde y de regreso a Valencia puedes terminar tu excursión visitando cualquier pueblo de Teruel, no quedarás defraudado. Yo recomiendo una visita al castillo de Peracense.
No soy ningún experto en historia ni mucho menos. Lo que aquí cuento es obra de un ejercicio de documentación y googleo ya que me interesó mucho el tema cuando estuve allí. No dudo, pues, que pueda haber errores históricos. Estaré agradecido a quien quiera corregirlos.
Disculpa, al márgen de alguna falta de ortografía (grabar en con “b”, querido), hay otra falta aún peor: La de vergüenza.
No es que mucha gente del pueblo piense que Belchite fue destruido por el ejército de la República. No.
Es que Belchite, efectivamente, fue destruido por el ejército de la República.
Que el levantamiento fuese obra de otro no significa que todos los desmanes propios se pasen por alto.
De igual modo que se admite que Franco destruyó Guernica (puestos en plan idiota podríamos objetar que Franco nunca pilotó ningún bomberdero ergo no fue Franco…), de igual modo digo, hay que admitir que la izquierda reventó Belchite por los cuatro costados.
Y todo los demás son palabrería futiles.
Lástima, el articulo era casi entretenido.
Visité Belchite recientemente. Me hice algunas composiciones de lugar solamente con lo que ví. Despues de hablar con algunas personas, y leer comentarios en algunos foros sentí que se corroboraban mis suposiciones. No fue el asalto solo el qie dió lugar a esta ruina. Es una ruina de muchos años a la intemperie y pudo recuperarse un gran patrimonio si hubiera habido voluntad para ello. Evidentemente no interesaba. Más bien creo que interesaba la ruina porque alguien se aprovechó de ello. Ningún bombardeo deja completamente vacío el interior de tantos edificios. Muebles, imágenes, molduras, cornucopias… no tienen la propiedad de evaporarse. Un calvario románico de incalculable valor que yo de niña conocí en la iglesi a la que iba a misa, sé por una casualidad, que está en una galeria de arte en Nueva York. Se fue sin dejar rastro pero alguien lo llevó y allí no hubo ningún bombardeo. Creo que los grandes culpables del desastre de Belchite, despues de la guerra, no fueron los que directamente psrticiparon en la lucha, de uno u otro bando, abocados por unas circunstancias terribles, sino los depredadores,estos sí, amparados por el régimen luego establecido durante tantos años, con mano, o bota de hierro.
He leído con atención el artículo que has escrito. Soy de Zaragoza y por más que he visto, durante toda mi vida, las ruinas de Belchite (y ya tengo bastantes años) no me acostumbro a ellas. Me impresionan y me hacen evocar una pelicula en la mente, de lo que ocurrió. Probablemente no será fiel con la realidad pero es lo que se ha forjado en mi conciencia. Como te digo, ya tengo años y cuanto más mayor me hago, más ganas me dan de llorar cuando evoco la historia. Debe ser cosa de la edad. Creo que te equivocas al posicionarte en un bando y hacerlo responsable de lo que ocurrió en España. Siempre hemos oído hablar de las dos Españas y parece que el que no se encuentra en un lado, lo hace en el otro. Desde pequeño he oído hablar constantemente de la guerra. Se puede decir que he vivido con sus consecuencias, pues todos mis mayores la vivieron en diferentes circunstancias y bandos. He conocido a militares, estudiantes, guerrilleros, anarquistas de los que ponían bombas (hoy les llamaríamos terroristas) profesionales, simples agricultores, amas de casa, etc..Todos ellos vivieron y sufrieron guerra y postguerra. Hay algo que siempre he oído de primera mano y es común en todos ellos: Nadie quería otra guerra. Todos la recordaban con horror y siempre nos aconsejaron, a los de mi generación, que hiciéramos lo posible por evitar otra igual. De lo que he llegado a darme cuenta con los años es de que exisió y existe, una tercera España y es en la que se encuentra la mayoría de la gente y en donde yo quiero estar. Esa tercera España es la de la gente que no quería la guerra, la que desertó de los dos bandos, la que ayudó y protegió a sus familiares, amigos y conocidos, o no conocidos, que fueron perseguidos y asesinados por unos y por otros. Esa gente existió y existe hoy. Y no creo que sobren las palabras… Faltan muchas.