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Patones de Arriba

Otra de excursiones madrileñas, esta vez Patones,  un clásico de la zona y centro de turismo rural de la Comunidad de Madrid.

El pueblo se divide en dos núcleos, Patones de Arriba y Patones de Abajo, el segundo se creó en los años 40 tras la Guerra Civil con el desplazamiento de la gente desde lo alto hacia la vega del río Jarama, movimiento que se generalizó en los años sesenta quedando Patones de Arriba prácticamente deshabitado y abandonado.

En los años setenta se produce, sin embargo, una recuperación progresiva de las casas de Patones de Arriba con numerosas rehabilitaciones para convertirlas en segunda vivienda y, sucesivamente, en negocios de hostelería y restauración, realizadas siempre respetando las construcciones tradicionales de pizarra.

Hoy Patones es uno de esos pueblos de estrechas y empinadas calles empedradas, de construcciones hechas a la antigua usanza en piedra y pizarra, incluso el pavimento de las vías es de pizarra. Todo ello convierte al conjunto en un pintoresco lugar donde puedes sentir la vida en estado puro, como se hacía hace cientos de años.

El acceso a Patones de Arriba se realiza por una estrecha carretera de 2,5km que sale de Patones de Abajo y nada más llegar debes dejar el coche, si puedes, ya que el espacio es muy reducido y el número de vehículos muy elevado, sobre todo en fin de semana.

Patones de Arriba es hoy un lugar que vive por y para el turismo. Como crítica diré que bueno, está bien, pero para qué nos vamos a engañar, tampoco es espectacular, he visto pueblos mucho mejores, sobre todo en Teruel y el interior de Castellón, pero no por eso hemos de rechazar una visita, siempre compensa :).

Si os apetece, existe un hotel del que me han hablado maravillas, Hotel El Tiempo Perdido, según me han contado es sencillamente espectacular en todos los sentidos. Ahí lo dejo por si alguien se anima ;).

Castillo de Manzanares el Real

Aprovechando un par de semanas que tuve que quedarme en Madrid por motivos profesionales, dedicamos el fin de semana, además de a ver a familiares y amigos, a hacer alguna visita cultural. En este caso nos acercamos al hermoso castillo de Manzanares el Real, un clásico de fin de semana para los madrileños.

Las imágenes hablan por sí solas. El castillo se yergue sobre un pequeño montículo al lado del embalse de Santillana y al pie de la Sierra de Guadarrama, formando un conjunto bonito conjunto de naturaleza e historia.

Fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931 y es uno de los castillos más hermosos y mejor conservados de España.

De planta cuadrada y construido en granito, las esquinas están flaqueadas con 4 torres circulares y la Torre del Homenaje de planta hexagonal, todas ellas almenadas, con matacanes y decoradas con bolas que le dan un aspecto vistoso y llamativo. La fortaleza está, además, rodeada de una línea de murallas también almenadas que le dan un carácter más defensivo pero a la vez realzan aún más la belleza del conjunto.

En el interior encontramos un gran patio central porticado con dos galerías, la del primer piso está considerada como la más bella de la arquitectura medieval española.

La historia del Castillo de Manzanares se remonta al s.XIII y a los litigios entre Madrid y Segovia por hacerse con las fértiles tierras que bordeaban el alto Manzanares. En el s.XIV, Pedro I de Castilla cede estas tierras a su mayordomo, Pedro González de Mendoza y es al hijo mayor de éste al que se le atribuye la construcción del castillo viejo, restos que aún se pueden ver también en Manzanares el Real.

Es a finales del s.XV cuando la Casa de Mendoza decide construir un nuevo palacio fortificado acorde al poder político y económico que habían alcanzado, sin embargo dejará de ser residencia oficial en 1566 a la muerte de Íñigo López de Mendoza y Pimentel, cuarto duque del Infantado, debido a disputas por la herencia.

En 1914 el ducado del Infantado acometió una primera restauración del edificio, sin embargo será en los años sesenta y setenta cuando se realicen las obras de consolidación que le han dado el buen aspecto que tiene hoy en día, aunque se han tenido que reconstruir bastantes elementos, sobre todo interiores.

El castillo pertenece todavía al duque del Infantado que lo cedió por 60 años a la Comunidad de Madrid y ésta a su vez ha convertido en museo de los castillos españoles, biblioteca y lugar de exposición de una colección de tapices.

La visita de todo el interior resulta muy agradable, esta vez creemos que se ha hecho una pequeña ruta histórica de calidad, apoyándose en textos, objetos y restos de buena factura, vale la pena dejarse perder tanto por su interior como por las terrazas superiores, por sus torres, sus almenas y sus matacanes. Además las vistas de la Sierra de Guadarrama son espectaculares, en invierto todo nevado será increíble.

Comimos allí mismo en La Charca Verde, un clásico de Manzanares, a base de setas naturales a la plancha, solomillo de choto, entrecot biológico… bien en general, relación calidad/precio aceptable, nada que objetar. Muy agradecidas las tacitas de caldo cortesía de la casa antes de comer, y es que era un frío domingo de febrero :P.

Y desde aquí, de vuelta a Valencia…