Estas vacaciones de Semana Santa que he pasado en Túnez (pronto contaré la experiencia como siempre 😛 ) me han servido para terminar de leer un libro (en realidad dos) que se me había atragantado un poco, El mito de la motivación, como escapar de un callejón sin salida, de Reinhard K. Sprenge. Lo empecé en diciembre pero hacia la mitad se me hizo un poco pesado, algo que después cambia y se hace mucho más llevadero pues el libro es realmente interesante y de recomendable lectura a cualquiera que tenga gente a su cargo.
Reinhard, a partir de su experiencia en multitud de empresas, diferencia claramente entre motivación y manipulación, desmitificando cualquier tipo de sistema de incentivos, léase por objetivos, pagas de beneficios, comisiones… Para él cualquiera de estos sistemas son la respuesta a la acción desmotivadora de algún directivo que no sabe cómo reconducir a su gente después de haber provocado, sin saberlo, la situación que viven.
En un momento del libro, Reinhard dice algo así,
Si nuestros colaboradores son gente adulta, con hipotecas, niños a los que criar y educar, parejas por las que luchar… ¿Por qué hemos de pensar que en su vida profesional alguien tiene que tratarlos como críos diciéndoles en cada momento lo que deben hacer y cortando su iniciativa?
Nuestros colaboradores son gente con conociemientos, preparación y experiencia y no quieren un trabajo de marionetas, quieren retos, afrontar problemas y tomar decisiones, pero si alguien se hace responsable permanentemente de las decisiones sin permitir que los demás tomen la inciativa y demuestren su valía nos plantamos en eso que se conoce como “desmotivación”. ¿Quién es el culpable entonces?
Intentar motivar es absurdo e imposible una vez se ha caído en la desmotivación. Por muchos intentos que se hagan por conseguirlo, normalmente a base de incentivos económicos, su éxito será sólamente efímero puesto que el dinero se valora y disfruta en un primer momento, cayendo en el olvido o en la costumbre en los siguientes.
La verdad es que en el libro no se cuenta nada que, desde la perspectiva de los que estamos por debajo, no hayamos visto siempre como “de cajón“, pero parece que hay mucha gente que nunca ha tenido este punto de vista y hay que mostrárselo.
Un libro que todos los directivos y managers deberían leer para entender muchas de las cosas que ocurren a su alrededor.